Llevaban tres años comunicándose a través del espejo, desde que se conocieron por casualidad un día en que ella hablaba por medio del objeto con otro ser.
A partir de entonces se habían convertido en los mejores amigos del mundo, a pesar de que nunca se habían podido tocar; ni siquiera habían escuchado la voz del otro, ya que por alguna razón el espejo se lo impedía.
Ella se pasaba las horas frente al espejo mágico observándole a él mientras escribía en un cuaderno lo que quería decirle para mostrárselo.
Al otro lado de un agujero interdimensional, él hacía exactamente lo mismo.
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Por aquel entonces, los dos tenían alrededor de dieciséis años. La chica vestía una túnica negra hasta los tobillos adornada en plata, con un cinturón azul en la cintura; él llevaba una túnica marrón adornada con naranja y su cinturón era blanco. Esto dejaba claro que no eran simples humanos, sino hechiceros pertenecientes a diferentes Órdenes: ella era de la Orden del Cryshiel, y él de la Orden de los Märrjhäs.
Ella vivía aislada del mundo, y lo único que la importaba era el muchacho del espejo; todo lo demás le era indiferente. Los demás integrantes de su Orden le dieron la espalda, su gente murmuraba que había enfermado y que estaba loca; pero a ella no la importaba: estaba loca, sí, pero era una locura sana puesto que se trataba de una locura del corazón. Ésto era así porque, de aquella inocente amistad que había surgido hacía tres años entre los dos jóvenes, había nacido otro sentimiento mucho más poderoso que la guiaba y que era la causa de su locura. Porque ahora no veía al chico sólo como a un amigo, sino... como algo más...
Sabía también que el chico la correspondía, o al menos eso creía, por los mensajes cariñosos que la escribía y sus miradas tiernas.
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Pero ninguno de los dos se atrevía a cruzar la puerta, puesto que después sería muy difícil regresar.
Un día, ella decidió que cruzaría la puerta tras las clases, puesto que en ese mundo no dejaba nada importante, ya que nunca había conocido a sus padres, y si lo hacía podría ganar mucho...
Estaba impaciente por huir de todos esos humanos que no entendían nada, porque si no acabaría muriendo del todo por dentro, ya que lo único que alimentaba su esperanza era aquel chico que la miraba como a un igual, sin miedo, sin odio...
Ése día tenía excursión, por lo que llegaría denoche a la escuela, pero tendría el tiempo suficiente para que no la descubrieran sus Maestros...
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Cuando regresó de la excursión subió a sus aposentos a toda velocidad. Abrió la puerta de su habitación y entró. Tras cerrarla, se dio la vuelta, y lo que vio allí jamás lo olvidaría...
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Sentado sobre la silla de su escritorio, se encontraba un chico joven, moreno, con el pelo corto y que vestía una túnica marrón y naranja... La estaba esperando sonriente, y al verla entrar sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. No apartó sus ojos castaños de los de ella, castaños también, hasta que sus miradas se encontraron. Se ruborizaron. Fue una mirada larga, intensa y llena de significado. No se atrevían a hablar, hasta que él se levantó de golpe, se dirigió hacia ella y la abrazó. Ella sintió que la abrazaba como nunca antes lo habían hecho, y rompió a llorar. Entonces, él habló por primera vez:
-Yo... -Era una voz juvenil, suave y profundamente emotiva.- Te he estado esperando...
Ella lo abrazó con más fuerza aún, como para que no se escapara.
-Yo... También. -Respondió la joven.- No sabes cuánto tiempo... No sabes... cuánto.
~~~~~~~~~~~~CONTINUARÁ~~~~~~~~~~~~~~